Egunon, Mikel:
De las primeras cosas que pasan el segundo día que estás sin móvil te enteras al tercero, día en el que milagrosamente puedes ver tu whatsapp.
Voy a hacer como si supiera hoy, lunes, aquello de lo que me enteraré mañana, martes. Es fácil, porque ya es pasado mañana, miércoles, y sé lo que pasó ayer.
Cuatro personas me estuvieron mandando mensajes de whatsapp, a pesar de que el día anterior envié un mensaje a través del facebook explicando mi traumática situación (son personas que no tienen facebook, o que no prestan atención cuando les hablas). Eso hace que en el segundo día reaparezca la ansiedad. No lo sabes, pero intuyes que te están hablando, y que están cagándose en tu padre porque nunca (dichosos "tú nunca" y "tú siempre") contestas. Miras el "samsung galaxy y" con problemas de software y te angustias más. Pruebas a mandar mensajes de correo, o de messenger, a quien supones que te está hablando, pero como no sabes qué te está diciendo, la respuesta es más absurda que un profesor de la ESO intentando dar una clase magistral un viernes a las 3 de la tarde.
Como no puede depender de las hadas que sea posible consultar el whatsapp, y como los problemas del samsung con el software reaparecieron enseguida, pasé el tercer día revolviendo cajones hasta que encontré un airis que regaló El País si lo comprabas treinta días y pagabas 99 euros, que así también regalo yo, y metí en él una tarjeta SIM que mutilé dos días atrás para que cupiera en un iphone, y funcionó. No muy bien, pero funcionó. Y así fue como al tercer día me enteré de lo del segundo.
Los diez días siguientes fueron de vida simplificada, sin vender mierdas en wallapop, sin ser asaltado a cada rato con alertas de esto y de lo otro, días de ir al baño con el periódico y amaneceres de sobresaltar a toda la casa con un despertador de sonido estridente, porque no había forma de corregir al airis.
Días de paz cortados en seco por la adquisición de un nuevo móvil ultramoderno que tiene vida propia, distinta de la mía.
Por cierto, ya estoy aquí otra vez.
De las primeras cosas que pasan el segundo día que estás sin móvil te enteras al tercero, día en el que milagrosamente puedes ver tu whatsapp.
Voy a hacer como si supiera hoy, lunes, aquello de lo que me enteraré mañana, martes. Es fácil, porque ya es pasado mañana, miércoles, y sé lo que pasó ayer.
Cuatro personas me estuvieron mandando mensajes de whatsapp, a pesar de que el día anterior envié un mensaje a través del facebook explicando mi traumática situación (son personas que no tienen facebook, o que no prestan atención cuando les hablas). Eso hace que en el segundo día reaparezca la ansiedad. No lo sabes, pero intuyes que te están hablando, y que están cagándose en tu padre porque nunca (dichosos "tú nunca" y "tú siempre") contestas. Miras el "samsung galaxy y" con problemas de software y te angustias más. Pruebas a mandar mensajes de correo, o de messenger, a quien supones que te está hablando, pero como no sabes qué te está diciendo, la respuesta es más absurda que un profesor de la ESO intentando dar una clase magistral un viernes a las 3 de la tarde.
Como no puede depender de las hadas que sea posible consultar el whatsapp, y como los problemas del samsung con el software reaparecieron enseguida, pasé el tercer día revolviendo cajones hasta que encontré un airis que regaló El País si lo comprabas treinta días y pagabas 99 euros, que así también regalo yo, y metí en él una tarjeta SIM que mutilé dos días atrás para que cupiera en un iphone, y funcionó. No muy bien, pero funcionó. Y así fue como al tercer día me enteré de lo del segundo.
Los diez días siguientes fueron de vida simplificada, sin vender mierdas en wallapop, sin ser asaltado a cada rato con alertas de esto y de lo otro, días de ir al baño con el periódico y amaneceres de sobresaltar a toda la casa con un despertador de sonido estridente, porque no había forma de corregir al airis.
Días de paz cortados en seco por la adquisición de un nuevo móvil ultramoderno que tiene vida propia, distinta de la mía.
Por cierto, ya estoy aquí otra vez.
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