Egunon, Mikel:
hay un anciano con cara de buena persona al que hace unos días detuvieron acusado de muchos delitos de extorsión.
Hace tiempo había fundado un sindicato, el único del mundo al que los trabajadores le importan una higa, y se dedicaba a intervenir en la vida pública, llevando ante los jueces a personas corruptas, a yernos de Reyes, a alcaldesas de Madrid y a muy honorables presidentes de la Generalitat.
Cuando lo llevaban del Juzgado a la prisión, los periodistas, qué osados, le preguntaron:
- ¿por qué lo hizo, Don Miguel?
- Todo lo he hecho por España, contestó.
Vaya.
¿Será que no extorsionábamos lo bastante?
hay un anciano con cara de buena persona al que hace unos días detuvieron acusado de muchos delitos de extorsión.
Hace tiempo había fundado un sindicato, el único del mundo al que los trabajadores le importan una higa, y se dedicaba a intervenir en la vida pública, llevando ante los jueces a personas corruptas, a yernos de Reyes, a alcaldesas de Madrid y a muy honorables presidentes de la Generalitat.
Cuando lo llevaban del Juzgado a la prisión, los periodistas, qué osados, le preguntaron:
- ¿por qué lo hizo, Don Miguel?
- Todo lo he hecho por España, contestó.
Vaya.
¿Será que no extorsionábamos lo bastante?
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