Ir al contenido principal

La canción que nunca acaba

Egunon Mikel:

he estado mirando fotos. De cuando la gabarra y de estos días. A ver, si no, qué otra cosa puedes hacer en vacaciones después de ganar la Supercopa de España.

Estuvieron en la foto del Nou Camp unos cuantos hombres que no ganaron ningún título mientras jugaban en el Athletic: Aitor Iru, Andoni Imaz, Jon Aspiazu y Joseba Etxeberria. Además de Ernesto Valverde, claro. Ellos hacen visible que el Athletic campeón de hoy es el mismo equipo de hace seis años y de hace veinte años.

Pero hay una persona, solo una persona, que está en las fotos de entonces y en las de ahora, en las del 84 y en las de 2015. El único dos veces campeón: hace 31 años y ahora. Entonces con 28 años y ahora con 59.

¿Sabes quién? Txetxu Gallego, el 8 del Athletic campeón (que en la final del Bernabéu no fue el 8, sino el 13, y salió por Estanis Argote a falta de cinco minutos). Un futbolista extraordinario que siempre hizo con los pies lo que Clemente pensaba con la cabeza. Incluso antes de que lo pensara.



Hoy es el utillero del equipo, el responsable de que a nadie le falte su camiseta, su pantalón, y su esparadrapo. El responsable de dejar los equipajes doblados en el vestuario, cada uno en su sitio, para que luego el club cuelgue en twitter la foto del "todo preparado para el partido".




El nos permite ver que somos los mismos de siempre, la canción que nunca acaba.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.