Egunon Mikel:
Lo de Celia Villalobos el otro día en el Pleno del estado de la Nación me recuerda a cuando era pequeño. No sabes a cuántos de nosotros nos han pillado jugando a barcos, o a tres en raya, o leyendo revistas, digamos, de poca altura cultural, en medio de una clase. Los más osados inventaban una disculpa cuando les llamaban la atención, lo cual no valía para nada, bien por la ridiculez que revestía la propia excusa, normalmente una cosa muy absurda, bien por el argumentario poderoso del profesor de turno.
Yo aprendí que eso está mal. Aunque la clase sea un pestiño, como pasa tantas veces. Y que no hay excusa que valga. Te comes las tonterías que dices y cumples el castigo.
Pues bien, ya puedes haber sido la mejor alcaldesa de Málaga, y la Ministra de Sanidad más imaginativa y ocurrente, ya puedes estar capacitada por tu condición femenina para hacer dos cosas a la vez, ya puedes trabajar mucho y merecer desconectar un rato de cuando en cuando, ya pueden haberte pillado usando malas artes y saltándose el artículo del Reglamento que prohíbe grabar a sus señorías sin su consentimiento (había profes que se escondían entre los abrigos de los percheros, o hacían que no miraban, te confiabas y... zasca!) que cuando ejerces de presidenta del Congreso de los Diputados y está el Presidente del Gobierno en el uso de la palabra, no puede una estar jugando a marcianitos, ni a nada.
Y si te pillan, y lo ven los que te han votado, tienes que explicar lo inexplicable. Y si no sabes, te aguantas, y pasas el mismo bochorno que pasábamos en la escuela.
Jolín.
Lo de Celia Villalobos el otro día en el Pleno del estado de la Nación me recuerda a cuando era pequeño. No sabes a cuántos de nosotros nos han pillado jugando a barcos, o a tres en raya, o leyendo revistas, digamos, de poca altura cultural, en medio de una clase. Los más osados inventaban una disculpa cuando les llamaban la atención, lo cual no valía para nada, bien por la ridiculez que revestía la propia excusa, normalmente una cosa muy absurda, bien por el argumentario poderoso del profesor de turno.
Yo aprendí que eso está mal. Aunque la clase sea un pestiño, como pasa tantas veces. Y que no hay excusa que valga. Te comes las tonterías que dices y cumples el castigo.
Pues bien, ya puedes haber sido la mejor alcaldesa de Málaga, y la Ministra de Sanidad más imaginativa y ocurrente, ya puedes estar capacitada por tu condición femenina para hacer dos cosas a la vez, ya puedes trabajar mucho y merecer desconectar un rato de cuando en cuando, ya pueden haberte pillado usando malas artes y saltándose el artículo del Reglamento que prohíbe grabar a sus señorías sin su consentimiento (había profes que se escondían entre los abrigos de los percheros, o hacían que no miraban, te confiabas y... zasca!) que cuando ejerces de presidenta del Congreso de los Diputados y está el Presidente del Gobierno en el uso de la palabra, no puede una estar jugando a marcianitos, ni a nada.
Y si te pillan, y lo ven los que te han votado, tienes que explicar lo inexplicable. Y si no sabes, te aguantas, y pasas el mismo bochorno que pasábamos en la escuela.
Jolín.
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