Egunon Mikel:
Mira lo que he soñado esta noche: una madre de familia aprovecha para ir a montar a caballo en un rato libre que tiene entre clase y clase de baile, pero como al animal lo habían herrado el día anterior, tropieza y se cae, arrastrando con él a la mujer, que se golpea en la cadera y queda tendida en mitad de un bosque. Su hermana, que iba con ella galopando, va a buscar ayuda, y el dueño de la Hípica coge su moto para buscar a la herida, pero patina, yéndose la moto por aquí y él por allí, y se monta con tres personas en un Patrol y se van al pueblo a buscar a unos forzudos. Mientras, un cuñado baja con un 4x4 a asistir a la mujer, pero los alaridos que profiere al intentar subirla al coche le hacen desistir del intento y llamar al 112. Sin embargo, y aunque no hace falta cobertura para comunicar con emergencias, no puede comunicar con emergencias porque no hay cobertura, y como es una persona resuelta, en lugar de ponerse a pensar en la paradoja, como haría yo, se pone de nuevo al volante del 4x4 y va a buscar cobertura para poder pedir ayuda, cruzándose en el camino con los forzudos del Patrol. En la llamada al 112 advierte de la necesidad de que la ambulancia tenga tracción a las cuatro ruedas, porque si no, no va a poder bajar por ese camino de cabras, pero lo que mandan es una UVI móvil muy útil para ir a 120 por la autopista, que deben dejar aparcada a dos kilómetros del lugar del accidente, al que acceden en el 4x4 del cuñado. Al cabo de un rato se juntan alrededor de la herida cuatro forzudos, la hermana y el cuñado, la sobrina, el marido y dos sanitarios. De vehículos, dos caballos, el Patrol y el 4x4 del cuñado. Y también, claro, los habitantes del bosque, bichos y eso. Pero no hay camilla, dónde está la camilla, a mí no me mires, y hay que ir a buscarla. Para eso utilizan el 4x4, y mientras, el médico va prestando los primeros auxilios, a las tres horas del accidente, y pone afterbite en las picaduras de los insectos. Luego llega la camilla, instalan en ella a la señora entre alaridos, le ponen un collarín aunque el cuello es lo único que no le duele, y la ubican en el Patrol, en el que ascienden hasta la ambulancia, a cuyo alderedor hacían guardia los hijos y el sobrino de la accidentada, cagaos de miedo en la oscuridad. Los niños acompañan al cuñado hasta la estación del tren, distante 40 kilometros del lugar, en la que espera otra hija de la accidentada, viendo como un pervertido se desnuda delante de ella, por lo cual llama al marido, su padre, que conduce con una mano a 130 por carreteras de curvas detrás de la ambulancia, diciendo precisamente eso, que a ver cuando van a buscarla, que hay un guarro desnudándose enfrente, y el padre le dice que se entretenga con otra cosa porque el cuñado aún va a tardar un rato. Y así pasa. Y el sueño acaba cuando la familia se reencuentra de nuevo en el aparcamiento de las urgencias del Hospital, comiendo japimils y haciendo risas estúpidas mientras a la enferma le hacen un tac para descartar lesiones internas, ya que las externas se manifiestan cada vez con más evidencia.
¿Tú entiendes por qué los sueños siempre tienen toques surrealistas?
Mira lo que he soñado esta noche: una madre de familia aprovecha para ir a montar a caballo en un rato libre que tiene entre clase y clase de baile, pero como al animal lo habían herrado el día anterior, tropieza y se cae, arrastrando con él a la mujer, que se golpea en la cadera y queda tendida en mitad de un bosque. Su hermana, que iba con ella galopando, va a buscar ayuda, y el dueño de la Hípica coge su moto para buscar a la herida, pero patina, yéndose la moto por aquí y él por allí, y se monta con tres personas en un Patrol y se van al pueblo a buscar a unos forzudos. Mientras, un cuñado baja con un 4x4 a asistir a la mujer, pero los alaridos que profiere al intentar subirla al coche le hacen desistir del intento y llamar al 112. Sin embargo, y aunque no hace falta cobertura para comunicar con emergencias, no puede comunicar con emergencias porque no hay cobertura, y como es una persona resuelta, en lugar de ponerse a pensar en la paradoja, como haría yo, se pone de nuevo al volante del 4x4 y va a buscar cobertura para poder pedir ayuda, cruzándose en el camino con los forzudos del Patrol. En la llamada al 112 advierte de la necesidad de que la ambulancia tenga tracción a las cuatro ruedas, porque si no, no va a poder bajar por ese camino de cabras, pero lo que mandan es una UVI móvil muy útil para ir a 120 por la autopista, que deben dejar aparcada a dos kilómetros del lugar del accidente, al que acceden en el 4x4 del cuñado. Al cabo de un rato se juntan alrededor de la herida cuatro forzudos, la hermana y el cuñado, la sobrina, el marido y dos sanitarios. De vehículos, dos caballos, el Patrol y el 4x4 del cuñado. Y también, claro, los habitantes del bosque, bichos y eso. Pero no hay camilla, dónde está la camilla, a mí no me mires, y hay que ir a buscarla. Para eso utilizan el 4x4, y mientras, el médico va prestando los primeros auxilios, a las tres horas del accidente, y pone afterbite en las picaduras de los insectos. Luego llega la camilla, instalan en ella a la señora entre alaridos, le ponen un collarín aunque el cuello es lo único que no le duele, y la ubican en el Patrol, en el que ascienden hasta la ambulancia, a cuyo alderedor hacían guardia los hijos y el sobrino de la accidentada, cagaos de miedo en la oscuridad. Los niños acompañan al cuñado hasta la estación del tren, distante 40 kilometros del lugar, en la que espera otra hija de la accidentada, viendo como un pervertido se desnuda delante de ella, por lo cual llama al marido, su padre, que conduce con una mano a 130 por carreteras de curvas detrás de la ambulancia, diciendo precisamente eso, que a ver cuando van a buscarla, que hay un guarro desnudándose enfrente, y el padre le dice que se entretenga con otra cosa porque el cuñado aún va a tardar un rato. Y así pasa. Y el sueño acaba cuando la familia se reencuentra de nuevo en el aparcamiento de las urgencias del Hospital, comiendo japimils y haciendo risas estúpidas mientras a la enferma le hacen un tac para descartar lesiones internas, ya que las externas se manifiestan cada vez con más evidencia.
¿Tú entiendes por qué los sueños siempre tienen toques surrealistas?
Has hecho un "nasteborraste" con la realidad social, el último accidente ferroviario, la ineficacia, el uso del móvil, las paradojas que te/nos descolocan, la tecnología, la buena voluntad, la sexualidad, lo útil, lo inútil, la familia, el azar, las pruebas médicas....condimentado en tu olla exprés mental....con salsa de "los sueños de la razón producen monstruos" y ¡servido!=
ResponderEliminarun sueño que, con una pizca de surrealismo tiene tanto de realidad cotidiana, que se parece mucho a cualquier anécdota vivida hace unos días.