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Todos somos (un poco) Bárcenas

Egunon, Mikel.

Yo creo que todos nos parecemos en algo a Luis Bárcenas.

Algunos te hacen una peineta en cuanto piensan que les miras raro.

Otros tienen la costumbre de guardar lo suyo en muchos sitios distintos, como él con sus chines, en distintas cuentas que van apareciendo por ahí.

Otros, debido a una alteración cromosómica, no saben distinguir lo grande de lo pequeño, y piensan que una cuenta con ciento y pico mil euros es una cuenta pequeña, que se tiene ahí, en Bankia, para hacer frente a gastos de poca monta, como cuando te quedas en la calle sin llaves de casa o cuando el coche te deja tirado entre Pinto y Valdemoro (Madrid).

A mi, como al ex-tesorero del PP, no me gusta que el dinero esté ocioso, así que en cuanto veo un billete de cinco reposando en la estantería, lo pongo a barrer la sala o a planchar. Y si veo una moneda de diez céntimos escaqueándose en el tambor de la lavadora, haciéndo además un ruido de esacándalo, tan molesto para la vecindad, se pasa tres días poniendo y quitándo el lavavajillas.

Y no te cuento ya lo que hago con el billete de veinte que me encuentro en el bolsillo de la americana de verano, que se ha pasado un año en el armario tocándose la vaina. A ese se le pasan enseguida las ganas de holgar a la sombra.

Finalmente, están los que, igual que el señor Bárcenas al juez, contestan a la autoridad con chulesco desparpajo (palabra ésta de bonita pronunciación que según el diccionario de la RAE es "suma facilidad y desembarazo en el hablar o en las acciones"), y lo mismo le dicen a un ertzaina que le está multando aquello de "tú no sabes quien soy yo", que a un profesor que le entrega su examen suspendido aquello de "tú no sabes quien es mi padre".

Hala, ya tienes a quién no parecerte.





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