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Egunon Mikel:

¿Viste ayer a Mariano Rajoy en la tele? Estaba radiante. Y lo entiendo, porque no hay nada más bonito ni más emocionante que ver salir un opel nuevito de la fábrica de Figueruelas. Percibes inmediatamente que aunque el cerebro del coche es alemán, y el chásis, y el motor, y la tecnología, la sangre que corre por sus venas es sangre española, porque si no es imposible que salga tan bien.

Y entonces te olvidas de que este país está lleno de sinvergüenzas, y de parados, y de papeles que aparecen y desaparecen, según convenga, y de Montoros y Florianos, que dicen palabras como "infundio" pensando que así se les entiende mejor, y que hablan de corrupción y de crisis sin perder la sonrisa.

Así que cuando estés triste, apesadumbrado, deprimido, o cualquier cosa chunga de esas, vete a Figueruelas a ver salir un opel. Se te pasa todo. Hasta la tendencia esa que tenemos de "contar (a los demás) las cosas que no son las mejores".

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.