Ir al contenido principal

Errar es tan propio...

Me tomé en serio aquello de que errar es humano. Tanto, que fallé en casi todo lo que intenté en la vida. Y algunos de los errores han sido tan tremendos que me da vergüenza mirar hacia atrás y verme en ellos.

Pero de entre todos los errores, ninguno como el de ayer por la mañana. Yo tomaba el avión de las 7:00 para Madrid y otros dos mil, o tres mil, se iban a Bucarest a ver ganar al Athletic la Copa de la UEFA.

Viendome allí, con el maletín en la mano y la cara de gilipollas, me dí cuenta de que otra vez estaba en la cola que no era.

Serené mi conciencia razonando que iba a cumplir con mi obligación, a hacer bien un trabajo, me dí cuenta de que en mi cuenta corriente tendría pasado mañana mil quinientos euros más que todos aquellos, y acabé pensando... que estaba otra vez en la cola que no era.

Comentarios

  1. Y es que la lógica, no siempre funciona. Efectivamente, nadie te garantiza que la fila en la que te ubicaste fuera la de los mil quinientos euros más, así que en ocasiones, lo mejor es lo de carpe diemm y olvidarse lo demás.
    Espero que, al menos,hoy a las 8.45, estés de vuelta de Madrid.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.