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Agur, Alberto, agur

Esta noche pasada, mientras mis hijos tocaban con sus dedos el cielo de Madrid en el Calderón, sacando pecho por ser del Athletic, mi hermano Alberto entraba en el otro cielo, en el de verdad, en el que se quedará a vivir ya para siempre, con mis padres y con el montón de amigos que ya se han ido.

No le costará resucitar, cuando toque, porque ya lo hizo varias veces aquí en la tierra.

Y porque deja en Mikel, en Ane y en Miren una semila de coraje incombustible, propia de los que somos de Bilbao. Pero él, más.

Hasta pronto, hermano.

Comentarios

  1. Un abrazo muy muy fuerte Pedro.

    Iosu Ramírez

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  2. Alberto ha dejado una profunda huella en mi y en mi familia. Es un momento muy triste para todos. Un abrazo muy fuerte para la familia y los amigos que nunca le vamos a olvidar.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.