Egunon Mikel
Hace cuatro años el Espanyol ganaba 0-4 en San Mamés. Vaya paliza. Gorka Iraizoz jugó mal. Y San Mamés lo abroncó. Algunos, incluso, se rieron de él, y hacían uuyyyy cuando agarraba una pelota fácil.
Gorka se fue a su casa ese día, jodido, y cuando volvió al equipo le esperaba el banquillo. No buscó excusas fuera: que si con este sistema los porteros jugamos muy expuestos, que si la sombra de Iribar es alargada, nada. Buscó ayuda en otros para mirar dentro de sí mismo, y encontrar los motivos por los que su rendimiento era tan malo. Y haciendo cosas distintas, mejorar.
Y volvió. Tardó menos de un mes. Reapareció en Pamplona, firmando una actuación impecable. Y se quedó cuatro años más debajo de los palos del Athletic, estando siempre entre los mejores porteros de la que llaman la mejor liga.
Ahora se va. La ley del fútbol, dicen. Hasta él, que piensa que Kepa y Remiro son mucho mejores de lo que él era con su edad.
Y yo, que voy a todos los sitios, hasta al fútbol, pensando a ver qué aprendo hoy, me reafirmé, viendo la crísis de Gorka en el invierno de 2013, que solo te puedes cambiar a tí.
Para poder después cambiarlo todo.
Ikusi arte, portero.
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