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El coronel no tiene quien le escriba

Egunon Mikel, 

Te pongo aquí el final de "El coronel no tiene quien le escriba". Ojalá te animes a leer el resto. Y que esa sea la manera de empezar a leer al mejor contador de historias en lengua castellana de cuantos me alcanzan la memoria y mis rudimentarios conocimientos. Ayer murió Gabo, el inolvidable García Márquez.

Habla de un coronel arruinado que vive con su mujer, y cuya única esperanza es que el gallo que crían gane una pelea.


El coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba amaneciendo. La ventana se recortaba en la claridad verde del domingo. Pensó que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la lucidez.  

- Qué se puede hacer si no se puede vender nada -repitió la mujer.  


- Entonces ya será veinte de enero -dijo el coronel, perfectamente consciente-. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde. 


- Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder.  


- Es un gallo que no puede perder.  


- Pero supónte que pierda. 

- Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel.  


La mujer se desesperó.  


-Y mientras tanto qué comemos -preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía-. Dime, qué comemos. 

El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: 

-Mierda.



Estas once últimas palabras me tienen hipnotizado desde hace treinta años.

De hecho, creo que a lo más que un ser humano puede aspirar en la vida es a sentirse puro, explícito e invencible, en algún momento.

Ojalá tú lo consigas.

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