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Tiene cojones

Tiene cojones, Mikel, que el día más caluroso del verano sea el primero del otoño.

También los tiene que revientes una rueda al llegar a casa a las tres de la tarde y que el coche quede parado al sol y cuesta arriba.

Entonces tu orgullo te impide llamar a Mapfre y te pones a cambiar la rueda, sin comer, a treinta y cinco grados, teniendo al lado a un Andoni tan voluntarioso como volátil.

En los Fiat el gato está guardado en el motor. Para descubrirlo se emplea un tiempo. Para sacarlo, otro tiempo, y para colocarlo, otro más grande, teniendo en cuenta que este incluye el rato de nivelar el auto aprovechando un badén.

Aflojar las tuercas es sencillo, salvo la de seguridad, que obliga a conocer el emplazamiento de un adaptador de tuerca que se tarda una media de diez minutos en encontrar en la guantera, después de buscarla en muchos otros sitios. Dicho sea de paso, no acierto a saber por qué la guantera se llama guantera.

Descolgando la rueda de repuesto se rompe el cable que la une a la carrocería. Que tiene cojones, la primera vez que usas la rueda de repuesto. Una semana después la tienes en el maletero pegando golpes contra las paredes del coche cada vez que das una curva.

Y luego hay quien dirá que qué ordinario, escribiendo palabrotas. Pero no me digas que no tiene cojones. Y a ver de qué otra manera se puede expresar. ¿Tú sabes?

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