Ir al contenido principal

La reina madre

A la Hidroterapia a la que fui se entraba por una puerta en la que ponía cuidado con el escalón, pero estaba mal, porque debería poner cuidado con la de señoras que te vas a encontrar ahí dentro flotando en el agua caldosa. Porque lo primero que ves, porque es que se te van los ojos, es a un especimen con gafas, pero no de piscina, sino de las de ver, de pasta, mascando chicle y con un gorro de ducha flotando sentada gracias a un flotador especial y haciendo así con los brazos como si la flotación dependiera de ello, justo en el medio de la piscina, y dirigiendo un coro de otras cinco mujeres, las cuales se atropellan unas a otras en la conversación, como rivalizando a ver quien grita más.

Mira, un hombre, hacedle sitio chicas, dijo la reina madre al verme tropezar con el escalón, pese a la advertencia.

A ver cómo te metes ahora en la piscina y te pones a mover la pierna. Yo retrasé el momento tanto como pude, hablando con la fisio, preguntandole cómo va esto, aquí está el volante, donde me cambio, que hay que hacer, pero de verdad tengo que meterme ahí dentro con esas focas, y ella que sí, que sí, venga, que al principio da un poco de vergüenza pero luego te acostumbras.

Del vestuario solo salí cuando habían pasado veinte minutos, nunca había tardado tanto en colgar mis pantalones de la percha, y se habían ido casi todas, que lo noté por la bajada de decibelios.

Todas, menos la reina madre.

- van pa cá, jodido, dijo, a tí que te pasa, yo una hernia tengo.

Y me juré no abrir la boca.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.