Egunon, Mikel.
el otro dia entré a un bar de pintxos en Barcelona. Nada más hacer ademán de coger el primero, un camarero me dio dos cosas: el alto y las instrucciones. Estas últimas, complejísimas. Al menos, para mi. O para mi en modo-voy-a-tomar-dos-pintxos-para-cenar. Verás. Los pintxos están agrupados en platos de diferentes colores, me dijo, y tú tienes que decirme de qué colores quieres los pintxos para que te ponga tantos platos de pintxos como colores elijas. Como verás, prosiguió, hay también palillos de diferentes tamaños, grandes, medianos y pequeños, en función del precio del pintxo. Después de comértelo tienes que dejar el palillo en el plato y entregarlo al camarero que te haya sido asignado, para proceder al cobro.
En este momento yo miro a mi alrededor buscando una cámara oculta, y al no verla, pienso para mí: este señor, o me ha visto cara de empanao o me ha visto cara de chorizo, o es un empleado de esos supereficaces que hacen todo lo que les dice el jefe. Y fue lo tercero, porque al lado había otros clientes recibiendo sus instrucciones, solo que de otros camareros, que les habían sido asignados. Entonces esto debe ser la costumbre del lugar, pensé.
Y cuando iba a decir, superando mis ganas de irme a un bar en el que no tenga que gestionar por procesos, pues quiero dos verdes y uno amarillo, me dice que tengo que decirle claramente qué sector de la barra voy a ocupar. Es para darle un mejor servicio, caballero, contestó sin que yo le preguntara para qué, seguramente porque lo vio escrito en mi boca abierta.
Lo que faltaba, un bar de pintxos sin libertad de movimientos, a ver este pintxo que tiene buena pinta y a ver aquel de allá. Entonces si que me fui, no sin antes explicarle al camarero que en un mes se le va a llenar el bar de vizcainos que vienen a la final de la Copa, dispuestos a dejarse en pintxos y cervezas todo el dinero que llevan tres años ahorrando "para la Final", y que ya puede decirle al jefe que busque un plan B, porque como le diga a cualquiera de ellos que le explique qué sector de la barra va a ocupar, le iba a mandar a donde mandó Casillas el sábado al Bernabéu entero.
el otro dia entré a un bar de pintxos en Barcelona. Nada más hacer ademán de coger el primero, un camarero me dio dos cosas: el alto y las instrucciones. Estas últimas, complejísimas. Al menos, para mi. O para mi en modo-voy-a-tomar-dos-pintxos-para-cenar. Verás. Los pintxos están agrupados en platos de diferentes colores, me dijo, y tú tienes que decirme de qué colores quieres los pintxos para que te ponga tantos platos de pintxos como colores elijas. Como verás, prosiguió, hay también palillos de diferentes tamaños, grandes, medianos y pequeños, en función del precio del pintxo. Después de comértelo tienes que dejar el palillo en el plato y entregarlo al camarero que te haya sido asignado, para proceder al cobro.
En este momento yo miro a mi alrededor buscando una cámara oculta, y al no verla, pienso para mí: este señor, o me ha visto cara de empanao o me ha visto cara de chorizo, o es un empleado de esos supereficaces que hacen todo lo que les dice el jefe. Y fue lo tercero, porque al lado había otros clientes recibiendo sus instrucciones, solo que de otros camareros, que les habían sido asignados. Entonces esto debe ser la costumbre del lugar, pensé.
Y cuando iba a decir, superando mis ganas de irme a un bar en el que no tenga que gestionar por procesos, pues quiero dos verdes y uno amarillo, me dice que tengo que decirle claramente qué sector de la barra voy a ocupar. Es para darle un mejor servicio, caballero, contestó sin que yo le preguntara para qué, seguramente porque lo vio escrito en mi boca abierta.
Lo que faltaba, un bar de pintxos sin libertad de movimientos, a ver este pintxo que tiene buena pinta y a ver aquel de allá. Entonces si que me fui, no sin antes explicarle al camarero que en un mes se le va a llenar el bar de vizcainos que vienen a la final de la Copa, dispuestos a dejarse en pintxos y cervezas todo el dinero que llevan tres años ahorrando "para la Final", y que ya puede decirle al jefe que busque un plan B, porque como le diga a cualquiera de ellos que le explique qué sector de la barra va a ocupar, le iba a mandar a donde mandó Casillas el sábado al Bernabéu entero.
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