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Una deuda de 20 euros por no ir a un cumpleaños

Egunon Mikel:

te prevengo. Cuando tengas hijos, protégete de la posible estupidez de los padres de sus compañeros de clase. Si no, te pasará lo que les pasó a los padres de Alex, de 5 años, de Plymouth, que tuvieron la osadía de no enviar al crío a un cumpleaños al que estaba invitado, y a los que ahora, los padres del homenajeado reclaman 16 libras por daños y perjuicios.

Se encontraron con la reclamación en la mochila de Alex. Importe, concepto, cuenta corriente en la que realizar el ingreso... Los padres de Alex dicen que no pagan, claro. Que esas no son formas de reclamar.

Así no se puede. Uno va feliz por la vida, con las defensas bajas, pensando que todos los padres de los amigos de sus hijos son gente normal, y de repente, zas!, factura. Dos idiotas desocupados empeñados en cuadrar sus cuentas a cuenta del vecino.

Yo los llevaba a asuntos sociales para que evalúen su competencia.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.