Ir al contenido principal

Cuento de Navidad

Egunon, Mikel:

aunque yo creo que Jesús nació en el anonimato más absoluto, y que no hubo ni estrella, ni mula ni pastores cantando villancicos, me gusta la historia de los magos de Oriente. Porque eran tipos que buscaban, buenas respuestas o nuevas preguntas. Y también porque eran tipos que soñaban. ¿Recuerdas la historia? El malvado rey Herodes les había hecho prometer que le dirían dónde estaba el niño. Para matarlo, valiente sinvergüenza. Pero los magos, avisados en  sueños de que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. 

No queda otra que soñar. Solo así se encuentra el camino que lleva a casa.

Feliz Navidad


Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.