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Estable dentro de la gravedad

Egunon.

Siempre me ha llamado la atención que los médicos digan que alguien se encuentra estable dentro de la gravedad. Qué graciosos. Es como decir que está mal, pero igual de mal que ayer, y no peor. Es una mala noticia, porque el enfermo no mejora, pero diciendolo así, la noticia parece hasta buena, porque la estabilidad es una cosa muy buena. Los países necesitan estabilidad, la economía necesita estabilidad, las personas necesitamos estabilidad, el Athletic necesita estabilidad, los equilibristas necesitan estabilidad...

Ahora que veo como hace las cosas el Gobierno de España voy entendiendo mejor el sentido que puede tener lo de estable dentro de la gravedad. Ministros estables dentro de la gravedad. Ministros inalterados e inalterables dentro del caos. Pirómanos con doce ocho de tensión mientras incendian y conceden entrevistas a la vez que se sacuden con las manos el fuego de sus trajes ignífugos: "sí, estoy incendiando estas plantas de aquí porque no puedo pagar al jardinero que las cuida, pero me parecen estupendas esas manifestaciones de esos ecologistas de ahí enfrente porque sus gritos de hoy son nuestra esperanza del mañana, y ahora, si me permiten, tengo que seguir incendiando, que el Gobierno nunca descansa". O cuando incendian árboles que cobijan a personas dependientes, y la Ministra dice que le parece bien que se manifiesten con sus sillas de ruedas por Madrid, porque el Gobierno es sensible al sector de la discapacidad (cuando uno gobierna sin mirar a los ojos a las personas, al referirse a ellas las llama "sector"). O como cuando después de congelar las pensiones, la ministra va y suelta en el Congreso que está segura de que los jubilados apreciarán los esfuerzos que por ellos realiza este Gobierno.

Y fijaos que he escrito 18 lineas sobre pirómanos y ministros sin hablar de Wert. Como ahora es torero...

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.