Ir al contenido principal

antesala

Tras despedirnos de los familiares, nos condujeron a los cuatro a una habitación extraña, mitad consulta de enfermería, mitad UCI, donde había un cirujano de verde completamente desubicado que nos preguntó si nos molestaba que estuviese allí. Yo le dije que podía quedarse siempre que no se empeñara en sacar conversaciones tontas para pasar el rato.

Luego entraron dos niñas como de tercero de la ESO, una más alta y otra más baja, completamente vestidas de azul, a las que solo se les veían los ojillos, y se dirijieron a uno de nosotros, a una señora de unos setenta años que parecía que se operaba todos los jueves.

Hola, cantaron al unísono, somos la cirujana y la anestesista que le vamos a operar, hemos visto que es usted alérgica a la penicilina, ¿es alérgica a algo más?, sí, contestó, a otras tres cosas que acaban en ina, y qué cosas son, pues no me acuerdo, pues no me fastidie, señora, pues pregúntenle a mi marido, un señor que está afuera con una bolsa, bueno déjelo, lo que sí tengo son gases, ¿gases?, si, cuando como verdura, bueno pero eso no importa, porque está usted en ayunas, ¿no?, claro, claro, hala, pues entonces vamos, bueno, y una vez tuve ciática, ¿Y cuando fue eso?, cuando dí a luz a mi hija, uy, mujer, si de eso hace una eternidad, señorita, que no soy tan mayor, no quería decir eso, pues ya lo ha dicho.

Cuando me vivieron a buscar a mí me preguntaron que por qué me reía, y les dije que porque tiene gracia, operarse los jueves.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.