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vaya usted a saber

Volvía de viaje y quedé con una persona a la que no veía hacía más de seis meses, cuando el viento de la vida, liviano como soy, me llevó a la rama de otro árbol. El plan era tomarse una botella de Rioja con un plato de jamón de Guijuelo y pan recién hecho. Bien, ¿no?

Pues acabamos en urgencias del Hospital comarcal. Yo estando y ella acompañando y haciendo gracietas a las enfermeras y a los celadores, sobre todo cuando a las dos horas yo ya no encontraba postura ni en la silla de ruedas.

¿Qué pasó?

a) que el jamón estaba malo.
b) que el vino estaba malo.
c) que yo estaba malo.
d) que al verla me dió un síncope.
e) que me dió un derrame cerebral de tanto pensar en cosas estúpidas y escribirlas en los egunones, que a lo mejor tengo que dejarlo (por si acaso, no le dije que escribía estas cosas a ninguno de los siete médicos que me miraron).
f) que me mareé en el avion porque el señor de al lado no hizo otra cosa que aliviarse unos gases infectos las tres horas que duró el vuelo.
g) que se me taponaron los oidos y ahora (si que) no oigo nada.
h) que no fui a urgencias más que una vez en veinte años que llevo cotizando a la Seguridad Social y ya era hora de ir amortizando.
i) que no tenía material para más egunones y los hospitales son un filón.
j) que ví la agenda que me queda para marzo y me dió un patatús.
k) que ya no soy el que era, y me afecta todo.

Comentarios

  1. Ya estás recuperado cuando eres capaz de buscar once causas posibles o imposibles a tu estancia en boxes.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.